Desde el inicio de esta publicación, su propósito ha sido describir el momento social, económico y político por el que atraviesa el país y las repercusiones que estos eventos pudieran tener en el porvenir de México. A lo largo de este tiempo, hemos sido testigos de una evolución en el país que resultó para algunos afortunadamente trágica y para otros lamentablemente conveniente. Es verdad que el 1º de julio de 2018 será recordada como una fecha en la cual México cambió; sin embargo, tan importante es saber ¿en qué nos convertiremos con ese cambio? Como conocer realmente ¿quiénes son aquellos que escribirán esa historia? ¿En qué nos convertiremos? Es una respuesta sencilla pues el Presidente López Obrador nos lo describe, a su modo claro, en cada oportunidad que puede. Seremos pues, un país donde se habrá erradicado la corrupción, donde se desterró a la violencia y todos viviremos con oportunidades. Básicamente, México será la utopía democrática hecha realidad. ¿Quiénes son aquellos que escribirán esa historia? Resulta una pregunta bastante más complicada de responder y, tristemente, más difícil de explicar. Esto es porque el Presidente López Obrador en sus 18 años de perseguir la silla del águila, se hizo de un grupo de “colaboradores” con un pasado común y, principalmente, con un sueño compartido. Y este sueño es, venganza. El primer mandatario y su grupo político no buscan disfrazar o distraer a la opinión pública, como muchos analistas piensan, con la retórica de que todo en el pasado se hizo mal y que afortunadamente, con su llegada al poder, México podrá al fin gozar de la gloria que siempre ha merecido. Nada de esto. Ellos, los que no son “fifí”, simplemente tienen sed de venganza contra un sistema que los tuvo marginados negándoles la gloria que sienten merecer. Y es por esta razón que, a lo largo de casi cuatro meses, sólo se han dedicado a destruir todo lo que huela a pasado sin importarles las consecuencias de desmantelar programas de asistencia para niños o mujeres y, mucho menos, ocuparse por proponer algo nuevo en su lugar. El Presidente López Obrador, los Coordinadores parlamentarios de Morena Mario Delgado y Ricardo Monreal, los presidentes de las mesas directivas de ambas Cámaras del Congreso Federal Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres; junto con Marcelo Ebrard comparten un pasado priísta que algunos desearán olvidar especialmente cuando se venga el tiempo de suceder a ya sabes quién. Estos ex priístas que son ahora los encargados de escribir la historia de México; serán quienes deban justificar por qué un grupo, sin importar su tamaño y especialmente si crece en el tiempo, está equivocado al abuchear al Presidente en un evento público. Son ellos, que cambiaron de ideología política conforme convino a sus intereses, los que tienen la tarea de definir la identidad nacional como una donde los valores y convicciones sean la única divisa que valga cuando se está en el servicio público. Marcelo Ebrard, hoy Canciller mexicano, pero excolaborador cercano de Manuel Camacho quien fuera rival a muerte de Luis Donaldo Colosio, tendrá que contarnos el día de mañana por qué el Presidente López Obrador puso como prioridad de su política exterior pedir disculpas al Rey Felipe VI por los agravios durante la Conquista y no el defender a los compatriotas que diariamente con su esfuerzo conquistan el sueño americano. Porfirio Muñoz Ledo, incansable promotor de la reforma institucional del Estado, hoy Presidente del Congreso y ayer colaborador del Presidente Vicente Fox y mano derecha en 1988 de Cuauhtémoc Cárdenas tiene que justificar por qué permite un desmantelamiento tan atroz de las instituciones nacionales que tanto defendió. Así un largo y realmente penoso etcétera con todos los antes mencionados; y es que sus acciones durante los próximos seis años marcarán no sólo el futuro y bienestar de nuestro país, pero también, el cómo los recuerde la historia al contar de política en nuestro tiempo.