El fenómeno internacional de relocalización de empresas o “nearshoring” ha comenzado a llegar a México y contribuirá a impulsar “un nuevo ciclo de expansión económica en el corto plazo”, pero si la expectativa consiste en fortalecer el crecimiento económico en el largo plazo, dependerá de que el país atraiga un “cúmulo de capital” suficiente que se invierta en “expandir la capacidad productiva” del país y en “entrenar a los recursos humanos”.
Así lo consideró Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, al hacer un análisis sobre las capacidades de México para aprovechar el actual proceso de reubicación de inversiones que se detonó a raíz de la pandemia del Covid-19.
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“A lo largo de la frontera norte se está dando la creación de plantas productivas, esto continuará en cierta medida, este arribo de inversiones sí puede generar un nuevo ciclo de expansión económica en el corto plazo, eso es innegable”, comentó el experto en el capítulo “Nearshoring: ¿gamechanger para México?”, del podcast Moody’s Talks-Perspectivas América Latina.
Lo importante es que “este proceso de relocalización de inversiones detone un proceso estable de aumento de capital productivo, no solo de capital físico de plantas, sino también de inversiones en capital humano, en el que el país es deficiente (…) Depende que el país atraiga un cúmulo de capital que se invierta en expandir la capacidad productiva y en el entrenamiento de recursos humanos”, agregó Alfredo Coutiño.
El experto advirtió que “en el mediano y largo plazos” disminuirán los efectos positivos del “nearshoring”, de ahí la relevancia de atraer suficiente inversión productiva, que permita fortalecer las capacidades del país, tales como infraestructura y capital humano.
De momento, la relocalización de plantas que abandonan el continente asiático para acercarse a América del Norte, vía México, han encontrado como destinos “naturales” a los estados del norte del país, principalmente Nuevo León, Chihuahua y Baja California, así como a la región del Bajío.
“En los últimos 10 años, los estados del norte han recibido 28% de la inversión extranjera directa global que recibe México. Solamente en 2022, Nuevo León captó 12% del total, en tanto que Chihuahua y Baja California obtuvieron 5% cada uno”, comentó en el podcast María del Carmen Martínez-Richa, vicepresidenta y analista líder de gobiernos subsoberanos de Moody’s Local.
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En el primer trimestre, las mismas entidades federativas encabezan la captación de inversión extranjera directa, debido a su cercanía geográfica con Estados Unidos, su infraestructura, la presencia del clústeres industriales y la existencia de mano de obra calificada, agregó la experta.
La zona del Bajío ha captado 23% de la inversión extranjera directa, mientras que otra región relevante en la recepción de proyectos productivos ha sido la zona del Valle de México y el estado de Puebla.
Sin embargo, el sur-sureste de México no ha sido tan dinámico en la recepción de inversión extranjera en proyectos productivos, debido a su falta de infraestructura y de especialidades productivas industriales, lo que pudiera cambiar con el desarrollo a futuro del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), entre los estados de Oaxaca y Veracruz.
En lo que respecta a las ramas productivas con mayor potencial de beneficiarse del “nearshoring”, Diego González, vicepresidente asistente y analista de Moody’s Investors Service, comentó en el podcast que las industrias automotriz y de autopartes son los claros candidatos a recibir mayores inversiones por la relocalización de empresas.
Lo mismo sucederá con los servicios de bienes raíces industriales, ya que actualmente las tasas de ocupación de los parques industriales del norte alcanzan niveles de entre 96% y 99%, que “reflejan la demanda de las nuevas plantas” que requieren de espacios.
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De manera indirecta, la instalación de nuevos parques industriales beneficiará a las industrias de la construcción y de telecomunicaciones.
Sin embargo, los especialistas de Moody’s reconocieron que México enfrenta importantes desafíos que pueden impedir que el país se beneficie de manera más generalizada del proceso de relocalización de empresas, ante un posible desaliento de las compañías por establecerse en el país. Tales desafíos están en la disponibilidad de energía eléctrica suficiente y limpia, así como de volúmenes adecuados de agua y un marco legal estable y predecible.
“La infraestructura para la generación y distribución de electricidad, la escasez de agua y la incertidumbre regulatoria, como la reciente reforma a la Ley Minera y la ocupación de los tramos ferroviarios de Ferrosur, no abonan a la certeza jurídica. Estas son las limitantes para capturar el máximo potencial antes de que se cierre la ventana de inversión”, concluyó Diego González.
GC